Diario  El Comercio del Sábado 05 de Diciembre del 2009 
HOMENAJE

Centenario Marista en el Perú

Por: Manuel Luque, Ingeniero

La Congregación de los Hermanos Maristas cumple este año un siglo de presencia en nuestro país. La historia se inicia con la petición del papa Pío X a la congregación marista para que envíe hermanos al Perú, cinco de los cuales llegaron al Callao en 1909. Así inician su misión educativa con la fundación del primer colegio marista, San José del Callao.

Posteriormente con los logros académicos obtenidos —y reconocidos por el Ministerio de Educación— fundan diversos colegios a lo largo del país, como San Luis de Barranco, Champagnat de Miraflores, San José de Huacho, Maristas San Isidro, Santa Rosa de Sullana, Cristo Rey de Cajamarca, así como diversas escuelas normales y en 1990 la Universidad Marcelino Champagnat.

En este siglo la congregación marista —fundada por San Marcelino Champagnat— ha cumplido su objetivo de brindar una educación a la juventud peruana con valores, con formación cristiana y con devoción especial a la Virgen María.
La crisis de valores en nuestra sociedad se aprecia hoy en la corrupción, en el desarraigo familiar, en la falta de formación espiritual y de educación cívica en la escuela, aunada a hogares destruidos, con una juventud desorientada y presa fácil de los vicios.

Así en sectores sociales periféricos el mal se aprecia con la presencia de pandillas delincuenciales de adolescentes, y en sectores sociales más pudientes en el materialismo y la drogadicción.

La formación marista ha demostrado que una educación con valores en la juventud logra mejores ciudadanos, lo que ha permitido que los ex alumnos destaquen en la vida nacional como empresarios, políticos, miembros de los institutos armados, periodistas, politólogos y como líderes profesionales en la ciencia, las artes y la religión; todos ellos con la característica común de tener una actitud de formalidad y respeto a las normas de conducta que rigen la vida de relación en la sociedad.

En el mundo globalizado donde el consumismo incontrolado es el ideal del ser humano, donde el ser ha sido reemplazado por el tener, donde cada cual escoge su religión y credo por conveniencia, cuánta falta hace la educación como la de los maristas.

Esperamos que la obra marista en nuestro país continúe con la misma ilusión y pasión de este primer siglo, que sigan formando a la juventud para seguir teniendo futuros ciudadanos con valores y comprometidos con su país. Con nuevos estudiantes que representen un ejemplo de conducta, que trasciendan, que generen réplicas de comportamiento en su entorno amical y laboral, conscientes de que la formalidad, la tolerancia y el abandono de la cultura “combi” son actitudes colectivas que nos hacen crecer como país.

Todos los que hemos recibido la formación marista sabemos lo gravitante que esta ha sido y es en nuestras vidas. Es algo así como llevar consigo un sello indeleble que como dice el himno marista, es una “luz perenne que al hombre ilumina y le ayuda a luchar contra el mal”.

Debemos lograr —con el ejemplo— que más gente tenga un comportamiento ciudadano mínimo de respeto al prójimo, a las normas y leyes, alejados de la viveza y corrupción, tal como lo expresa igualmente el himno marista: “Nuestro escudo de Dios, la moral; nuestro anhelo, servir a la patria; la conquista del bien, nuestro ideal”. Y así contribuir así a ser el país que todos queremos tener.

Fotos: Roberto Figari Echeandía

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